Los mundiales de fútbol terminan y solo uno alcanza la gloria, pero en la mente de los aficionados siempre quedan imágenes e impresiones indelebles. Rusia no fue la excepción y dejó mejores sensaciones que otros campeonatos, eso creo yo.
En los tiempos en que judicializar la migración tiene valor político; y los muros parecen volver; franceses, belgas e ingleses le sacaron el mejor provecho. Los galos con un mejor resultado.
Unos, ellos o sus ancestros, llegaron años atrás de tierras africanas en busca de una visión. Otros, sin entenderlo, se acostaron un día siendo parte de un país y se levantaron, en medio de un conflicto, siendo parte de otro.
Según la Real Academia Española (RAE), expatriado, da: Del part. de expatriar. 1. adj. Que vive fuera de su patria. U. t. c. s. (usado también como sustantivo). Expatriar: De ex-1 y patria. Conjug. c. anunciar o c. enviar. 1. tr. (Verbo transitivo) Hacer salir de la patria. 2. prnl. (Verbo pronominal)Abandonar la patria.
Por otro lado, refugiado, da: Del part. de refugiar. 1. m. y f. (masculino y femenino) Persona que, a consecuencia de guerras, revoluciones o persecuciones políticas, se ve obligada a buscar refugio fuera de su país.
Moldeados en un crisol de culturas y barbarie…
Huyeron de la guerra, de la implosión de lo que alguna vez fue una nación. La guerra los convirtió en expatriados dentro de su propia tierra. Dejaron atrás las huellas de su pasado para encontrar un lugar seguro lejos de las balas y las explosiones, cerca o lejos de sus raíces, pero con la esperanza de algún día regresar.
La generación croata que logró el tercer puesto en Francia 1998 entendió el conflicto, si es que se puede entender la guerra, o al menos conocía la situación. Vivieron el proceso de disolución de Yugoslavia y el nacimiento de Croacia como nación independiente. La generación que asistió a Rusia 2018 fue víctima del conflicto sin tener conciencia de ello.
Luka Modrić, elegido balón de oro en Rusia 98, nació en Zadar, Dalmacia, Croacia, el 9 de septiembre de 1985. Cuando la guerra estalló en 1991 estaba próximo a cumplir seis años. En esa época residía en el pueblo Zaton Obrovacki, en una aldea que lleva el apellido de su familia (Modrići). Las montañas y bosques sirvieron de vía de escape para los Modrić después de que su abuelo fuera asesinado frente a su familia por milicianos serbios.
Su huida lo llevó a la ciudad. Lo que nunca cambió fue la relación que tenía con el balón, fue así como el NK Zadar puso sus ojos en él a pesar de su edad y sus condiciones físicas “inferiores” a las de otros chicos con los que compartía.
La guerra recrudeció y los bombardeos afectaron la zona y la ciudad, la vida cotidiana se veía interrumpida por las sirenas, tomaban los balones y huían al refugio más cercano. “Fue difícil de niño entender lo que estaba pasando en los Balcanes. La guerra me hizo más fuerte. No quisiera tener eso en mi para siempre, pero tampoco quiero olvidarlo” señaló Modrić en un artículo publicado en The Player’s Tribune, además reconoció tener la suerte de que sus padres nunca le hablaron sobre la guerra.
La semifinal entre Inglaterra y Croacia en Rusia 2018, es una de las postales más emotivas que se ha entregado a los aficionados al fútbol en el último tiempo. Los inventores del fútbol contra los predestinados a la gloria que escapa por culpa de las circunstancias. A priori un partido que presentaba la incógnita del desgaste físico por parte de los croatas que habían jugado dos prolongaciones seguidas, contra Dinamarca y Rusia, en ambas ocasiones había empezado perdiendo, viniendo desde atrás llevaron el juego hasta la tanda de tiros desde el punto penal y sacaron el resultado. La mentalidad fuerte de hombres que fueron moldeados al calor de la guerra.
Mario Mandžukić es un tipo que infunde respeto, con sus 1.90 de estatura, el cuerpo tatuado y cara de pocos amigos. Es un gladiador con ases, dados, estrellas, flores, un balón y una cruz “tallados” con aguja en su cuerpo. Las pelea todas a muerte, no huye del conflicto, hasta parece que lo disfruta. Nació en Slavonski Brod, Brod-Posavina, Croacia, el 21 de mayo de 1986. Tenía cinco años cuando los sonidos de la guerra llenaron sus oídos. Su familia huyó a la ciudad de Ditzingen en Alemania, dejaron atrás su hogar en la región del río Sava. Regresó a su tierra cuando tenía 12 años, y se encontró entonces en la frontera entre dos países independientes, Bosnia y Croacia, así como las ruinas y mausoleos que daban cuenta de lo que había sucedido en su pueblo.
Impulsivo, temperamental y conflictivo. Así es “Súper Mario”. Lleva “empotrados” en la dermis algunos mensajes que parecen adecuados a su persona, no solo por las “particulares” circunstancias de su infancia si no por los “combates” y controversias en las que su carácter lo ha envuelto con sus rivales, compañeros y técnicos. En su espalda se lee en hebreo: "lo que no me mata, me hace más fuerte".
En su antebrazo derecho tiene el símbolo de géminis (♊), también tiene escrito en hànzì fuerza, suerte, familia y fe (大壯吉家人信). En el antebrazo izquierdo aparece un pergamino con un poema en croata ‘Anđele Čuvaru Mili’: “Querido ángel de la guarda, me eclipsa con su fuerza. De acuerdo con la promesa de Dios, cuida de mí durante el día y la noche”. “Súper Mario” afirmó en una entrevista para el portal del Bayern Munich, “para mí los estadios son como un anfiteatro moderno. Cuando salto al césped quiero pelear, entrar al duelo y finalmente, prefiero ganar”.
Croacia puso fútbol, entrega, orgullo y corazón en Rusia. Jugó 8 partidos en un torneo diseñado para que se jueguen máximo siete. Durante la semifinal vio como a los 5 minutos su resistencia cedía ante un tiro libre inglés ejecutado por Kieran Trippier, de nuevo a venir de atrás.
Suiza fue otro país que recibió refugiados de los conflictos bélicos en los Balcanes. Este es el caso de Ivan Rakitić. Luka Rakitic y su mujer Kata abandonaron Yugoslavia ante la creciente tensión en la región. Originario de Sikirevci, un pueblo croata fronterizo con Bosnia-Herzegovina. Ivan nació en Möhlin (Suiza) el 10 de marzo de 1988, de padre croata y madre croata de origen serbio.
Realizó las categorías menores en el Basilea. Jugó por Suiza en la Euro Sub-17 y el 8 de mayo de 2005 se enfrentó cara a cara con sus orígenes, jugó contra Croacia. El equipo helvético perdió 5-2. En 2007 tomó la decisión de jugar por el país de sus padres y del que siempre se ha sentido parte.
“Cuando comencé a jugar no llevaba la camiseta croata. Llevaba la de mi otro hogar, Suiza. Tengo que ser honesto, nací en Suiza, crecí en Suiza, fui a la escuela en Suiza, mis amigos son de Suiza. Estuve orgulloso de llevar durante cinco años la camiseta de Suiza cuando jugaba con los juveniles. Pero la mayor parte de mi corazón pertenece a Croacia. Siempre lo ha hecho”, declaró en una entrevista a The Player’s Tribune.
Inglaterra al verse en ventaja cedió la iniciativa a los croatas que manejan bien la pelota, se sienten cómodos con ella, lo que les permitió administrar fuerzas. Los ingleses generaron algunas ocasiones de gol más en el primer tiempo pero fueron incapaces de resolver.
El festejo suizo…
Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, internacionales con Suiza, también tienen sus orígenes en los vestigios de la antigua Yugoslavia, sus padres son albanokosovares. Huyeron del exterminio realizado durante la guerra contra las etnias albanesas. Kosovo consiguió la independencia en 2008, la mayoría de su población es albanesa. Serbia nunca la ha reconocido como independiente y considera que esa provincia sigue siendo parte de su territorio.
El viernes 22 de junio se enfrentaron por la segunda fecha del grupo E de Rusia 2018 Serbia y Suiza. Los serbios se fueron en ventaja al minuto 5 por intermedio de Aleksandar Mitrović. En el segundo tiempo los suizos reaccionaron y lograron el empate a los 52 minutos con un potente remate de pierna izquierda de Xhaka, quien realizó con sus manos el símbolo del águila, no sería la única vez que se vería este símbolo en el partido.
Finalizando el encuentro Suiza lanza un contragolpe y Shaqiri es el encargado, al minuto 90, de poner el 2 a 1 final. Y en su celebración se vio de nuevo el vuelo águila. Algo que no cayó para nada bien a los serbios, no solo por la derrota sino por el significado del festejo.
El águila es el símbolo de la bandera de Albania. Medios internacionales abordaron a los jugadores después del partido, “¿mi celebración después del gol en el minuto 90? Preferiría no hablar de ello. Estaba emocionado por haber marcado y nada más”, señaló Shaqiri. “Sinceramente, a mí me daba igual el rival. El gol y la celebración eran para mi pueblo que siempre me ha apoyado, para mi patria y para mis padres”, afirmó Xhaka.
Pero la controversia inició antes de que la pelota corriera. Xherdan Shaqiri llegó al campo llevando en uno de sus guayos la bandera de Suiza y en el otro la de Kosovo. Intentamos que se cambiara las botas. Fue una provocación, estábamos jugando contra Suiza, no contra Kosovo”, comentó Jovan Surbatovic, secretario general de la Federación Serbia, a medios serbios.
Xhaka nació en Basilea. Su padre estuvo preso en Yugoslavia por manifestarse contra el gobierno de Slobodan Milosevic. Estuvo tres años en la cárcel y al quedar en libertad se exilió en Suiza, huyendo de la guerra. Después de la muerte de “Tito” los gobiernos yugoslavos privilegiaron a los serbios sobre las reclamaciones de croatas, bosnios y kosovares, lo que finalmente llevó al conflicto y la disolución de la república.
Shaqiri nació en Kosovo. Cuando tenía dos años, su familia huyó de los bombardeos. Se asentaron en Augst, Suiza. Allí se hizo ciudadano helvético. Otros con pasado yugoslavo son Valon Behrami que nació en kosovo, Blerim Dzemaili nacido en Macedonia y de origen albanes. Por su parte Josip Drmic es de origen croata, Haris Seferovic es de origen bosnio y Mario Gavranovic tiene raíces bosnio-croatas, los tres nacieron en Suiza en el seno de familias exiliadas a causa del conflicto bélico.
Taulant Xhaka, hermano mayor de Granit, nacido en Basilea aceptó la oferta de representar a la selección de Albania. El 11 de junio de 2016 durante la Eurocopa celebrada en Francia Albania y Suiza se enfrentaron en la fase de grupos. Lo helvéticos derrotaron a los albaneses por 1 a 0. Taulant y Granit fueron titulares en sus respectivos equipos. La imágenes del partido muestran a Elmaze Xhaka, madre ambos con una camiseta con un estampado que combina las banderas de los dos países con su apellido abajo.
Un antecedente de la tensión entre albaneses y serbios trasladada al fútbol se vivió el 15 de octubre de 2014 en un partido de clasificación para la Eurocopa. Albania visitaba Belgrado por primera vez desde 1967 en medio del conflicto político por Kosovo. La UEFA había prohibido la presencia de aficionados visitantes por razones de seguridad. Un dron llegó al centro del campo llevando una bandera de los territorios que Albania reclama como suyos. El jugador serbio Stefan Mitrović tomó la bandera y la arrugó, los jugadores de Albania lo encararon y se desencadenó una pelea que obligó al árbitro a suspender el encuentro en el minuto 43. Al menos siete de los jugadores de Albania que se presentaron ese día habían nacido en Kosovo, cuya independencia es rechazada por Serbia.
La “Gran Albania” es un proyecto político que tiene como meta crear un Estado unificado en los territorios habitados por albaneses. Dicho territorio abarcaría Albania, Kosovo, además de partes importantes de Grecia, Macedonia, Montenegro, y Serbia.
Con orgullo y pundonor…
El equipo croata demostró la calidad de su juego y la fuerza para sobreponerse no sólo a las adversidades del marcador sino de un físico maltrecho por la cantidad de minutos extra que había jugado durante el torneo. En el segundo tiempo con total dominio del balón y del encuentro alcanzó el empate por intermedio de Ivan Perišić al minuto 68, centro de Sime Vrsaljko y en una acción algo acrobática anticipa a Kyle Walker y con el borde externo del pie izquierdo coloca el empate a uno. Un golpe fuerte para los ingleses y euforia para los croatas. El golpe parece haber sido demasiado para Inglaterra que intentó reaccionar pero nunca se pudo reponer.
Croacia lo hacía otra vez, por tercera ocasión venía de atrás para empatar el encuentro y llevarlo al alargue.
Bajo una marea azul que lo arrastró de felicidad…
En el año 2006 en la Conferencia Interamericana de Periodismo el maestro Héctor Mora señaló que el periodista no encuentra las historias que las historias lo encuentran a él. Pero el caso de Yuri Cortez fue extremo, a Yuri la historia lo remolcó, literalmente, a tal punto que quedó atrapado debajo de ella. Una eufórica marea croata le pasó por encima en medio de la celebración del gol de la clasificación a la final del mundial Rusia 2018.
Ya en el alargue, al minuto 109, “Súper Mario” Mandžukić, después de un rechazo defectuoso de la zaga inglesa y un cabezazo de Perišić, dispara cruzado y vence al portero Jordan Pickford para poner el 2 a 1 definitivo.
Cuenta Cortez, en las muchas entrevistas que le realizaron después del juego, que venía siguiendo el partido con su cámara provista de un lente 400mm, todo reportero gráfico trabaja con mínimo dos cámaras, y cuando Croacia anotó y Mandžukić se dirigió hacía el sitio donde él se encontraba cambió a la cámara con el lente gran angular, y de pronto la aglomeración de titulares y suplentes celebrando el gol provocaron su caída, su silla y equipos volaron pero nunca perdió su cámara ni dejó de obturar.
Yuri señala que a los croatas, debido a la euforia les tomó un poco de tiempo darse cuenta que él se encontraba allí, y que lo habían arrollado. Una vez lo notaron lo ayudaron a levantarse, le preguntaron cómo se encontraba, le devolvieron sus lentes aplastados y Domagoj Vida le dio un beso, el mismo que después de la victoria ante Rusia realizó un video apoyando a Ucrania. Fue así como el rostro anónimo del fotógrafo, que habla a través de sus imágenes, se convirtió en otra de las caras de la hazaña croata.
El monaguillo que alcanzó la final…
"La fe me da fuerza, siempre tengo un rosario en el bolsillo y rezo antes del juego. Doy gracias a Dios todos los días, porque me ha dado fuerza y fe, pero también la oportunidad de hacer algo en mi vida. Para mí y mi familia, la fe es extremadamente importante" afirmó Dalic al portal croata glas-koncila.hr, un semanario católico croata.
Zlatko Dalic es de origen bosnio, nació en Livno, Bosnia-Herzegovina. Esa pudo ser una de las razones para que al recibir el llamado de la Federación Croata de Fútbol pensara, en primera instancia, que se trataba de una broma. Solo empezó a creer cuando Davor Suker, goleador en Francia 98 y actual presidente de la Federación, lo llamó personalmente.
Suker le ofreció estar al frente de la selección en el último partido de la fase clasificatoria frente a Ucrania y los dos del repechaje si llegaba a esa instancia. Croacia debía derrotar de visita a los ucranianos para seguir en carrera. “Después del partido de Ucrania, trabajé seis semanas sin contrato. No necesitaba un salario. No estaba para eso. Si nos clasificábamos para el Mundial, entonces hablaríamos”. En sus inicios como entrenador había dirigido las selecciones menores y allí se había encontrado con Mandžukić y Rakitic.
La imagen de su mano sosteniendo un rosario fue otra de esas postales que dejó el torneo. "Al lado de la casa de mis padres había un monasterio franciscano en Gorica. Antes, en un tiempo diferente, era monaguillo, era feliz de ir a misa, mi madre me enseñó y me dirigió a la fe. Soy un creyente todo el tiempo, y así crío a mis hijos. Todos los domingos intento ir a la Eucaristía".
La guerra de los Balcanes lo sorprendió en su etapa de jugador, en el Velez Mostar. Al regresar a Livno en el 92 fue reclutado por el ejército croata para labores de logística. Allí pasó tres meses hasta que un coronel croata, nacido en Split, lo liberó para que fichara por el equipo de la ciudad, el Hajduk Split.
Señala que su anhelo más grande es “ver a Croacia y Bosnia-Herzegovina unidas, no como nación, sino como pueblo”, ya que no le agrada la indiferencia entre ambos países. "Somos demasiado pequeños para dividirnos y pelear tanto, pero estamos lidiando con la historia, en el pasado, sin volvernos nunca al futuro (…) Es necesario trabajar en la coexistencia, no para repetir el pasado de la guerra, sino para ayudarse y apoyarse mutuamente". “El bombero”, como se le conoce en Croacia, no solo apagó el juego en las eliminatorias sino que los llevó un paso más allá, alcanzar la final de un mundial de fútbol, es tarea de las nuevas generaciones traer el título a casa pues Dalic ya les dejó la gloria.
Fotos de Yuri Cortez mientras se encontraba debajo de la celebración croata.
Honneur et Fidelite
Otro contingente de Legionarios vestidos de azul levantó la Copa, la Legión Extranjera francesa se hizo con el título. Esta vez en Rusia y con un contingente un poco más africano, y con sus raíces inmigrantes en mayor número que en 1998.
En el mundial de Francia, solo 8 de los 22 jugadores tenían origen francés, en Rusia 2018 la proporción fue mucho menor. Vestigios de las colonias francesas regadas por el mundo siglos atrás, y algunas que se mantienen.
Burkina Faso, Costa de Marfil, Malí, Senegal, Togo, Camerún, entre otros, hicieron parte del Imperio colonial francés, los rastros de esta interacción involuntaria llevaron la sangre africana al continente europeo, en este caso a territorio francés.
La de 1998 tenía matices variados, algo de latinoamericano con David Trézéguet (Argentina), lo antillano corría por cuenta de Lilian Thuram (Guadalupe), Thierry Henry (Guadalupe y Martinica) y Bernard Diomede (Guadalupe), Youri Djorkaeff ponía un particular toque con su ascendencia ruso-mongola (etnia kalmyk). Christian Karembeu fue el encargado del componente oceánico (Nueva Caledonia). La sangre vasca corría por las venas de Bixente Lizarazu y la española estaba en Vincent Candela. Lionel Charbonnier tenía origen italiano y Alain Boghossian origen armenio. El infaltable toque africano lo ponían Marcel Desailly (Ghana), Zinedine Zidane (Argelia) y Patrick Vieira (Senegal).
“No se trataba de religión. Tampoco del color de tu piel. No nos importaba eso. Solo estábamos juntos y disfrutamos el momento“ – Zinedine Zidane.
Aquella Francia vivía y disfrutaba con el balón, fiel a una tradición heredada de Platini, Giresse, Rocheteau y compañía. Una generación que ganó la Eurocopa en el 84 pero que no pudo romper el celofán de las semifinales, cayendo en el 82 y el 86 ante Alemania. La generación de Zidane dio un paso adelante ganando la Eurocopa del 2000 y llegando a dos finales de la Copa Mundial, 98 y 2006, alcanzando título y subtítulo respectivamente.
Ahora los “galos” son “galgos” de gran zancada que disfrutan atacar con fiereza y velocidad la espalda de los rivales y los espacios libres. Tomaron la posta ganadora de sus antecesores. Llegaron a la final de la Euro 2016 donde cayeron ante Portugal. Conquistaron la corona en Rusia 2018. No se divierten con el balón como en antaño pero lo usan con una muy alta efectividad.
Las travesías coloniales francesas han dado sus frutos deportivos, dos títulos mundiales son prueba de ello. En una gran marcha como las que los legionarios hicieron a través de tierras africanas, siguieron las huellas de sus colonizadores hasta invadir la tierra de los que alguna vez fueron sus invasores. Honrando el código.
“Legionario, eres un voluntario sirviendo a Francia con honor y fidelidad. Cada legionario es tu compañero de armas cualquiera que sea su nacionalidad, su raza o su religión. Lo demostrarás siempre en la estrecha solidaridad que debe unir a los miembros de una misma familia”.[1]
La nueva estrella del fútbol francés que maravilló con sus piques incontrolables y algunas decisiones cuestionables, Kylian Mbappé es la imagen de la nueva sangre gala con genes africanos, llegados de Camerún y Argelia. Parte de esa sangre corre por las venas de Samuel Umtiti, el defensa central del Barca que siguió los pasos de Lilian Thuram y anotó el gol de la victoria en la semifinal ante Bélgica. Umtiti nació en Yaundé, Camerún.
“Orgulloso de su estado como legionario, usted exhibirá este orgullo por su asistencia siempre impecable, su comportamiento siempre digno aunque modesto, y su residencia siempre ordenada”.[2]
La República del Congo aportó tres elementos al cuadro campeón del mundo. El arquero Steve Mandanda quien nació en Kinshasa (Congo), el defensor Presnel Kimpembe y el mediocampista Steven Nzonzi.
“Respetuoso de las tradiciones de la Legión, honrando a sus superiores, la disciplina y camaradería será su fuerza, el valor y la lealtad sus virtudes”.[3]
Malí estuvo representada por Djibril Sidibé (con ancestros senegaleses), N'Golo Kanté y Ousmane Dembélé maliense por parte de su padre, su mamá es de Mauritania. Paul Pogba tiene ascendencia de Guinea. En Togo nació el padre de Corentín Tolisso. Blaise Matuidi es angoleño-francés. Adil Rami tiene ascendencia marroquí y Nabil Fekir argelina. Benjamin Mendy es franco-senegalés.
La sangre europea no francesa la pusieron Olivier Giroud con dos de los cuatro abuelos italianos, Lucas Hernández con sus orígenes españoles, el capitán Hugo Lloris de origen catalán y Antoine Griezmann de padre con origen alemán y un abuelo materno portugués. Por otro lado, el arquero Alphonse Areola es de ascendencia filipina. Thomas Lemar nació en Baie-Mahault, Guadalupe. Raphael Varané tiene ascendencia de Martinica.
En la final la Legión francesa fue implacable, fiel a su código. “En combate: Usted actuará sin pasión y sin odio; respetará al enemigo vencido y nunca abandonará ni a sus heridos, ni a sus muertos, ni entregará sus armas”[4].
Bueno, la vida sigue, queda esperar que Qatar 2022 se juegue, ojalá con 32 equipos, y deje imágenes inolvidables. Y como dice Jorge Valdano[i]: El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes.
*Texto publicado originalmente como parte del especial mundialista Rusia 2018 de El Anzuelo Medios (http://www.elanzuelomedios.com/index.php/lo-mas-leido/646-expatriados-refugiados-y-una-avalancha-las-imagenes-de-rusia-2018).
[i]Exfutbolista y entrenador argentino nacionalizado español. Campeón del mundo con Argentina en el Mundial de México '86, jugaba de delantero.
Referencias
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