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  • Writer's pictureJorge Mendoza

Oda a una generación perdida

Updated: Apr 18, 2021


El 8 de diciembre de 1991 trasnoché, como de costumbre, para “conocer” al nuevo campeón de la Copa Intercontinental de Clubes. Debo reconocer que disfrutaba mucho de ese único partido que enfrentaba al mejor de Suramérica contra el mejor de Europa. El formato del Mundial de Clubes de la FIFA no es de mi agrado. En esa ocasión el Estrella Roja de Belgrado enfrentaba, en el Estadio Nacional de Tokio frente a 62 mil espectadores, al Colo Colo de Chile por el título. El territorio nipón fue iluminado por el Estrella Roja que derrotó de manera contundente a los hijos de la Estrella Solitaria por 3 a 0, goles de Vladimir Jugovic en dos ocasiones y el restante de Darko Pančev.


En los mundiales hay equipos que sorprenden, que decepcionan, ganadores, perdedores y algunos, muy pocos, que enamoran. También hay equipos que se perdieron en medio de las circunstancias, equipos que quisimos ver y nos quedamos esperando, equipos destinados, al menos en nuestra mente, a la grandeza pero que nunca tuvieron la oportunidad de alcanzarla.



En tierras de la Estrella Solitaria


El espectáculo yugoslavo se tomó Chile en octubre de 1987. Entre el 10 y el 25 de ese mes, se llevó a cabo la sexta edición del Mundial Juvenil de la FIFA (hoy Sub 20). 16 equipos se hicieron presentes en el evento. Dos africanos (Nigeria, Togo), tres asiáticos (Arabia Saudita, Bahréin, Australia), seis europeos (Bulgaria, Escocia, Italia, República Democrática Alemana, República Federal de Alemania, Yugoslavia), dos norteamericanos (EEUU, Canadá) y tres suramericanos (Chile, Brasil, Colombia).


La Selección Colombia había clasificado como campeón del torneo suramericano celebrado en el Eje Cafetero. Certamen que otorgaba dos cupos para la cita orbital, el otro clasificado fue Brasil. El título suramericano de 1987 fue el primero obtenido por Colombia en este evento. Este equipo contaba con Eduardo Niño, Wilmer Cabrera y Miguel Ángel "Niche" Guerrero quienes disputarían con la selección de mayores el Mundial Italia 90.


En Colombia la expectativa era alta sobre las posibilidades del elenco cafetero en Chile pero no logró superar la primera ronda. El torneo por su parte presentó al mundo una serie de jugadores que darían mucho de qué hablar en el futuro. La fiesta inaugural fue empañada por una máquina futbolística efectiva, disciplinada y bien dotada técnicamente. Yugoslavia derrotó por 4 goles a 2 a Chile. Nombres que años después sonarían en los grandes equipos del mundo se oyeron retumbar, por primera vez. Robert Jarni (Torino, Juventus, Real Madrid), Robert Prosinečki (Real Madrid, Barcelona, Sevilla), Zvonimir Boban (Milán), Davor Šuker (Real Madrid, Sevilla), Predrag Mijatović (Valencia, Real Madrid, Fiorentina), entre otros.




En la primera ronda Yugoslavia compartió grupo con el equipo local, Australia y Togo. Ganó sus tres encuentros, anotó 12 goles y recibió tres. En cuartos de final derrotó a Brasil dos goles a uno. En los dos partidos restantes enfrentó a las dos repúblicas alemanas. En semifinales se encontró con la socialista República Democrática Alemana (RDA, Alemania del Este o Alemania Oriental) a la que venció por el mismo marcador que a los brasileños. En la final enfrentaría a la potencia futbolística de la República Federal Alemana (RFA) que contaba en sus filas con Andreas Moeller, otro nombre que se escucharía en los años venideros. En los 90 minutos empataron a un gol y en la tanda de tiros desde el punto penal los de “Tito” vencieron por 5 a 4.


Robert Prosinečki obtuvo el Balón de Oro como el mejor jugador del torneo, el Balón de Plata fue para Zvonimir Boban. Davor Šuker marcaría la “mítica” cifra de 6 goles durante el campeonato quedando segundo en la tabla de artilleros detrás del alemán Marcel Witeczek que marcó 7.


“Pocos creían en que aquel grupo pudiera ganar algo. Apenas nos dieron importancia” rememora Prosinečki. “Solo Miljanic, entonces presidente de la Federación Yugoslava, nos acompañó, dando por hecho que regresaríamos en pocos días, pero en pocos días nos convertimos en unos fenómenos y nos empezaron a pedir fotos y autógrafos” recuerda Mijatović.


Algunas versiones señalan que, incluso, a jóvenes figuras, a las que sentían más yugoslavas que los demás, se les recomendó no asistir a ese torneo porque no aportaría mucho en su proyección a futuro, que la liga local era más beneficiosa. Esto respondía a los intereses políticos y personales de los dueños de los clubes. Incluso el Estrella Roja intentó boicotear la participación de Prosinečki en el torneo solicitándolo para algunos encuentros internacionales. Entre los jóvenes que no participaron estaban Alen Bokšić (Olympique de Marseille, SS Lazio, Juventus), Vladimir Jugovic (Sampdoria, Juventus, SS Lazio, Atlético de Madrid, Inter de Milán, Mónaco) y Siniša Mihajlović (Roma, Sampdoria, SS Lazio, Inter de Milán).



En busca de la gloria…


Italia 90 llegaba con una renovada expectativa sobre lo que sería el mundial de fútbol. El mueble gigante de madera con pantalla, de imagen a blanco y negro, que cumplía las funciones de televisor; el mismo en el que había visto los partidos de España 82, México 86 y Chile 87; fue reemplazado por un aparato más pequeño y con imagen a color. Así llegó la televisión a color a mi casa, gracias a que Colombia llegaba a su segundo mundial de la mano de Higuita, Valderrama, Redín y compañía.


Chile 87 me había generado un alto grado de simpatía por el fútbol yugoslavo. Mientras que España 82 y México 86 me habían convertido en un simpatizante de los alemanes. Colombia, después del sorteo, quedó ubicada en el grupo D junto a los Emiratos Árabes Unidos, Yugoslavia y Alemania.


El 10 de junio de 1990, Alemania y Yugoslavia se vieron la cara. Prosinečki y Moeller se encontraban de nuevo en un mundial, esta vez de mayores. Los alemanes abrieron la senda del título goleando por 4 a 1 a los balcánicos, un resultado sorpresivo por la calidad de jugadores con los que contaba Yugoslavia. Con goles de Lothar Matthaeus en dos ocasiones, Juergen Klinsmann y Rudi Voeller, el descuento llegó por intermedio de Davor Jozic, un nombre que se quedaría en mi mente de manera permanente.


En la segunda jornada del grupo Colombia enfrentaba a Yugoslavia. Los balcánicos contaban con Dragan Stojkovic (Olympique de Marseille), un volante creativo de gran calidad y gol, que era el encargado de guiar al equipo en un camino que se les había tornado áspero después del revés del primer encuentro. Los ajustes tras la derrota habían relegado al banco de suplentes a Dejan Savićević y Robert Prosinečki al lado de Pancev. Mientras que los jóvenes Jarni, Lekovic, Bokšić y Šuker estaban en el equipo pero a la sombra de los veteranos.


Sabemos que los políticos usan el fútbol, y el deporte en general, para sus oscuros fines. Una de las imágenes más representativas de los vientos de guerra que azotaban a los Balcanes fue la que dejó a Zvonimir Boban fuera del mundial. El 13 de mayo de 1990 jugaban Dinamo de Zagreb, equipo de Boban, y Estrella Roja de Belgrado. Los fanáticos utilizaban los encuentros y en especial los clásicos como este, y en general los eventos deportivos de alto perfil, para difundir los mensajes independentistas de los diferentes partidos. Por su parte los nacionalistas atacaban y reprimían con dureza este tipo de manifestaciones. La imagen de Boban conectando una patada a un policía yugoslavo fue una de esas postales que vaticinaban el oscuro futuro que le esperaba a la región. El jugador recibió una sanción que lo dejó fuera de Italia 90. Nunca se mostró arrepentido de lo sucedido, por el contrario manifestó, “ahí estaba yo, una cara pública preparada para arriesgar mi vida, mi carrera, todo lo que la fama puede comprar, todo por un ideal, por una causa: la causa croata”.




Colombia llegaba al partido contra los balcánicos con la confianza del triunfo ante Emiratos Árabes Unidos en su primera salida. Redín y Valderrama dieron el triunfo a los cafeteros (2-0). Entre los momentos que vienen a mi cabeza cuando pienso en ese encuentro están la mano de Luis Carlos Perea dentro del área, tiro penal que René Higuita atajó a Faruk Hadzibegic a los 81 minutos. Los 20 minutos que el quindiano Rubén Darío Hernández jugó en ese encuentro, derecho que había ganado cuando Colombia remontó, con un gol suyo, el partido en Barranquilla contra Paraguay durante la eliminatoria (2-1). Y la gran maniobra de Davor Jozic, un defensa de buenas condiciones y potencia goleadora, al recibir un centro desde la derecha, amortiguar el balón con el pecho y de potente remate vencer a Higuita. Su expresión al marcar y la imagen de Rene sentado en el césped hicieron que su nombre sea imposible de olvidar.




Alemanes, yugoslavos y colombianos clasificaron a la siguiente ronda en Italia 90. Alemania se coronaría campeón al derrotar a Argentina en la final. Colombia perdería en octavos con Camerún por 2 goles a 1, con otro de esos momentos que se quedarían insertados en la mente para siempre, el balón que Roger Milla robó a Higuita para marcar el segundo tanto. Yugoslavia, por su parte, dejó a España en la fase de octavos de final al derrotarlo 2 a 1 con goles de Stojkovic. Ya en cuartos cayó derrotada en la tanda de tiros desde el punto penal por la Argentina de Maradona, Caniggia y en especial de Sergio Goycochea (3-2) después de empatar a cero en 120 minutos de juego.


La Estrella Roja iluminó Europa


La versión 90/91 de la Copa de Europa (hoy Champions League) vio coronarse al Estrella Roja de Belgrado (Crvena zvezda). En medio de la crisis de la República Federal Socialista de Yugoslavia este equipo sorprendió a Europa con su fútbol plagado de talento, disciplina y técnica, características propias de los jugadores de esta zona del mundo. En esos años La Copa de Europa se jugaba en formato de eliminación directa desde el inicio de la competencia. En su camino al título los yugoslavos dejaron atrás a Grasshoppers de Suiza (5-2), Rangers de Escocia (4-1), y a los alemanes Dynamo Dresden (6-0) y Bayern Munich (4-3). El 29 de mayo de 1991, en la gran final se encontró con el Olympique de Marseille de Stojkovic. El partido se disputó en Bari. Durante los 90 minutos no se pudieron hacer daño, igualaron a cero. El encuentro se definió por tiros desde el punto penal, el Estrella Roja venció por 5 a 3.


En este equipo destacaban jugadores como Robert Prosinečki quien sería contratado por el Real Madrid ese mismo año. El defensor o volante Siniša Mihajlović (As Roma, Sampdoria, SS Lazio, Inter de Milán) quien poseía un gran remate de media y larga distancia, considerado uno de los mejores cobradores de tiros libres que han existido. Darko Pancev (Inter de Milán) quien obtuvo la Bota de Oro europea en la temporada 91/92 al marcar 34 goles. Vladimir Jugović (Sampdoria, SS Lazio, Juventus, Atlético de Madrid, Inter de Milán, Mónaco) quien anotó dos goles en la Intercontinental del 91 donde el Estrella Roja derrotó a Colo Colo por 3 a 0. Y Dejan Savićević (AC Milán) que repitió el título de la Copa de Europa con I Rossoneri de Fabio Capello el 18 de mayo de 1994 ante el Barça de Cruyff, en el Olímpico de Atenas, al vencerlo por 4-0. Savićević aportó un pase gol y un gol ese día. El Estrella Roja era dirigido por un viejo conocido de la afición colombiana Vladimir Popović.




Y se apagó la Estrella


Los mundiales finalizan y me queda la nostalgia de los cuatro años de espera y un ejercicio mental de qué se puede esperar en el torneo venidero. Después de Italia 90 empezó mi deseo por observar lo que sería la Yugoslavia que participaría en USA 94. Unirían dos generaciones de futbolistas geniales, todos ellos en su madurez futbolística. Un equipo cuyas estrellas transitarían entre los 25 y 29 años.


La estupidez humana es una epidemia que afecta al mundo sin ningún tipo de distinción, y la política es, quizá, su vector de transmisión predilecto, y su síntoma más visible.


“La estrella declina: se vuelve más fría y brillante y luego muere. (…) La estrella terminará explotando después de haber caído sobre sí misma. Todas las capas exteriores de la estrella se contraerán hacia dentro con velocidades de hasta 70 mil kilómetros por segundo”. Este proceso ya estaba en marcha en Yugoslavia y yo no tenía ni idea. Mientras disfrutaba con su fútbol, varios nombres que no me sonaban para nada; Slobodan Milosevic, Ratko Mladic, Radovan Karadzic, Vojislav Seselj, Ante Gotovina, Gojko Susak, Slobodan Praljak, Goran Hadzic, entre otros, realizaban toda clase de crímenes de lesa humanidad durante los conflictos bélicos que llevaron a la disolución de la República Federal Socialista de Yugoslavia.


Años después los rumores indicarían que ya en Italia 90 las tensiones regionales al interior del equipo nacional yugoslavo eran muy fuertes. Se decía que croatas y serbios solo se unían en la cancha, que durante las concentraciones eran “naciones” independientes. “En el Mundial de Italia, el ambiente ya era un poco molesto. Se notaba la tensión de que podía pasar algo, de que podía estallar una guerra. No nos queríamos meter en política ni hablábamos en el vestuario de los problemas entre serbios, croatas, eslovenos..., pero la situación estaba enrarecida”, recuerda Prosinecki. Era la época en la que el sueño de Josip Broz “Tito” empezaba a desmembrarse tras su fallecimiento en 1980. La definición del Mariscal “Tito”: “Yugoslavia tiene seis repúblicas, cinco naciones, cuatro lenguas, tres religiones, dos alfabetos y un solo partido”, estaba por llegar a su fin.


Aunque los primeros conflictos bélicos de disolución (Guerra de Eslovenia) se dieron en 1991 la Selección de Fútbol de Yugoslavia participó en las eliminatorias para la Euro 92 que se jugó en Suecia. La ronda clasificatoria se disputó entre septiembre de 1990 y noviembre 1991. Ganó su grupo superando a los daneses comandados por Michael Laudrup por un punto. Grupo en el que también estaban Irlanda del Norte, Austria e Islas Faroe.


La Euro 92 se jugó entre el 10 y 26 de junio. El 30 de mayo la ONU realiza un bloqueo contra Yugoslavia debido a los conflictos bélicos que se están desarrollando en esa región. Un día después la FIFA acoge dicha decisión, ya que, la medida incluía todos los eventos deportivos internacionales, incluso los Juegos Olímpicos. Los jugadores que habían llegado el 28 de mayo a Estocolmo para disputar el torneo tuvieron que dejar tierras suecas al ser excluidos formalmente de la competencia. Esta decisión abrió el camino para que el milagro danés se hiciera realidad. Dinamarca fue llamada a última hora como reemplazo por haber terminado en el segundo lugar de su grupo detrás de Yugoslavia. “Ahí nos dimos cuenta de que Yugoslavia iba a desaparecer como país; de que nuestra generación, que era muy buena y seguramente habría hecho historia, iba a romperse y que cada uno tendría que defender un país distinto”, recuerda Predrag Mijatović.




Una vez más la estupidez humana truncaba la vida de miles de personas. Y aunque el fútbol no es la vida, a los amantes del juego nos hubiera encantado ver ese equipo en acción. Una generación de jugadores que parecía lista para obtener lo que en otros tiempos alcanzaron Alemania, España y Francia, ganar la Euro y el Mundial de manera consecutiva.


USA 94 no fue un mundial de grandes equipos, un Brasil gris pero efectivo y disciplinado tácticamente ganó el título que dedicó a Ayrton Senna. Una Italia que sin brillo, como es su costumbre, y de la mano de Roberto Baggio llegó a la final. Bulgaria y Suecia sorprendieron pero cayeron en semifinales. Colombia decepcionó y Andrés Escobar pagó el precio más alto. La enfermera y Maradona. Que “El Pelusa” cayó, y “perdió sus piernas” por culpa del doping. Se habla de muchas cosas al recordar dicho torneo, pero de fútbol poco. Quizá si el espectáculo yugoslavo se hubiese tomado de nuevo esta parte del mundo nuestros recuerdos serían distintos.


Verano 1998


Francia 98 dio la despedida a la generación colombiana que logró la clasificación a tres mundiales de manera consecutiva. También acogió, por primera vez, a los países surgidos de las guerras yugoslavas al inicio de la década. Por esos días el nombre de Yugoslavia lo conservaban las regiones de Serbia y Montenegro, que después se separarían oficialmente. También hizo su aparición el equipo nacional de Croacia con su uniforme ajedrezado, blanco y rojo.


Yugoslavia presentó en sus filas a tres de los campeones juveniles de 1987 Dragoje Lekovic, Branko Brnovic y Predrag Mijatović. Del Estrella Roja campeón de Europa se encontraban Vladimir Jugović, Dejan Savićević y Siniša Mihajlović que había nacido en Vukovar, Croacia; su padre era serbio y su madre croata pero se consideraban yugoslavos por lo que su hijo tomó la decisión de representar los colores de Yugoslavia. Acompañados por Dragan Stojkovic.




Croacia, por su parte presentaría un conjunto lleno de calidad entre los que se encontraban cinco de los campeones mundiales juveniles, Robert Jarni, Robert Prosinečki, Davor Šuker, Igor Stimac y Zvonimir Boban. Los croatas compartieron grupo con Argentina, Jamaica y Japón, mientras los yugoslavos estaban con Alemania, Irán y Estados Unidos. Ambos equipos clasificaron a octavos de final.




Yugoslavia enfrentó a los Países Bajos, el equipo que mejor fútbol exhibió en ese verano francés. Cayó por 2 goles a 1 en un gran partido. Mijatović desperdició un penal, lo estrelló en el travesaño, y la imagen del horizontal moviéndose tiempo después del impacto, persiste en mi memoria. Los goles fueron marcados por Dennis Bergkamp, Edgar Davids y el descuento lo anotó Slobodan Komljenovic.




Croacia en cambio, estuvo a punto de lograr el sueño del debutante. En octavos de final derrotó a Rumania por 1 a 0 con gol de Šuker, desde 2012 presidente de la Federación Croata de Fútbol. En cuartos enfrentó a Alemania a la que destruyó con 3 a 0, tantos de Šuker, Jarni y Goran Vlaovic.


En semifinales se topó con el anfitrión y a la postre campeón del torneo, Francia. Cayó por 2 goles a 1. Croacia se había ido en ventaja con gol de Šuker pero apareció la figura de Lilian Thuram quien anotó doblete para darle el pasó a los galos a la gran final. Thuram señaló tras el partido, que nadie podía estar más sorprendido con su actuación que él mismo, pues no anotaba goles ni en los entrenamientos. “Nos faltó muy poco para llegar a la final [2-1]. Aquella gran Francia de Zidane, Deschamps, Desailly, Henry…, a la que nosotros llegamos a tener acorralada, ganó luego con comodidad a Brasil. Así que quién sabe... Pero, a pesar de todo, fue histórico” evoca Robert Prosinečki.


En el juego por el tercer y cuarto puesto Croacia enfrentó a los Países Bajos que habían caído en semifinales con Brasil por tiros desde el punto penal después de empatar a un gol. Los croatas consolidaron parte de su sueño venciendo por 2 a 1 con anotaciones de Prosinečki y Šuker, Boudewijn Zenden descontó por los naranjas. Tiempo después el rubio volante afirmó “fue nuestra particular revancha con el fútbol, con la historia y con nuestras carreras. Y rozamos el milagro. Fue el primer gran equipo de la ex Yugoslavia, nadie tuvo que motivarnos. Competíamos por devolver la alegría y la ilusión a nuestra gente. Éramos un país nuevo y queríamos que se nos conociera y se nos valorara, competir con dignidad”. Davor Šuker alcanzó de nuevo la cifra de 6 goles marcados en un mundial, en esta ocasión fue el máximo anotador del certamen.




Habían pasado los años pero la calidad de los balcánicos seguía intacta. De la disolución de la República Federal Socialista de Yugoslavia, Croacia parece haber sacado el mejor dividendo futbolístico, otras naciones como Serbia tienen buenos jugadores en las mejores ligas pero sus equipos nacionales no terminan de engranar en los grandes torneos. Los croatas parecen listos para reclamarpor sí solos, ahora o en el futuro, la gloria que parecía destinada a los yugoslavos. Pero no solo por su indiscutible calidad técnica, también por ese sentimiento de dignidad y orgullo destacado por Prosinečki al recordar la gesta del 98, y porque han mostrado que en algunos lugares, todavía, los hombres juegan al fútbol.


*Texto publicado originalmente como parte del especial mundialista Rusia 2018 de El Anzuelo Medios (http://www.elanzuelomedios.com/index.php/lo-mas-leido/645-oda-a-una-generacion-perdida)


Referencias


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